-Que tontería -decían unos -¡no hay cámaras de fotos para elefantes¡
-Que perdida de tiempo-decían los otros- si aquí no hay nada que fotografiar...

Tuvo con los que fabricar una gran cámara de fotos. Tuvo que hacerlo prácticamente todo: desde un botón que se pulsara con la trompa, hasta un objetivo del tamaño del ojo de un elefante, y finalmente un montón de hierros para poder colgarse la cámara sobre la cabeza.Así que una vez acabada, pudo hacer sus primeras fotos, pero su cámara para elefantes era tan grande y extraña que parecía una gran y ridícula mascar, y muchos se reían tanto al verle aparecer, que el elefante comenzó a pensar en abandonar su sueño... Para mas desagracia, parecían tener razón los que decían que no había nada que fotografiar en aquel lugar.
Pero no fue así. Resulto que la pinta del elefante con su cámara era tan divertida, nadie podía dejar de reír y verle, y usando un montón de buen humor, el elefante consiguió divertidísimas e increíbles fotos de todos los animales, siempre alegres y contentos, incluso del malhumorado rino¡; de esa forma se convirtió en el fotógrafo oficial de la sabana, y de todas partes acudían los animales para sacarse una sonriente foto para el pasaporte al zoo.
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